Tras dos primeras ediciones en el Café España, el festival Son del Mundo pasa a celebrarse este año en el recientemente remodelado Teatro Zorrilla, otro espacio de referencia en la vida cultural de Valladolid que la ciudad recupera para el disfrute de todos. Pero no es ésta la única novedad importante de este año: en primer lugar, destaca la decisión de ampliar a cuatro el número de conciertos, incluyendo por primera vez una propuesta musical, la de la AWEN MAGIC LAND, que surge de Castilla y León. La inclusión de formaciones de aquí permite ampliar el rango del festival y dejar claro que también por estas tierras hay gente creativa con ganas de aportar algo al panorama de las músicas del mundo, en un lenguaje actual y renovador.
La reubicación temporal del festival va unida a un formato que presenta las actuaciones en cuatro semanas sucesivas, de modo que todos los jueves, desde el 19 de noviembre al 10 de diciembre, habrá cita con la buena música en el Zorrilla, en un momento de la temporada de intensa actividad de giras y conciertos internacionales.
Pero lo más importante del Son del Mundo no varía: la idea original de mostrar un caleidoscopio de músicas protagonizado por artistas que están creando el presente y futuro desde el respeto a la tradición, y haciéndolo además con personalidad. La fadista portuguesa CARMINHO es un ejemplo claro de esta nueva generación de músicos que toma el relevo con decisión, y no es de extrañar que en Portugal sea considerada sin ninguna exageración como la gran esperanza del fado. MELISSA LAVEAUX podría ser también una personificación exacta de esa idea original: haitiana de nacimiento y canadiense de adopción, su integración de las raíces y los nuevos rumbos de la música popular reciente es ejemplo veraz de que toda tradición vive forzosamente en transición. En cuanto a TONI ZENET, revelación verdadera de nuestra escena española, tal vez lo mejor que pueda decirse es que su música es reacia a la descripción: hay que verla y vivirla para descubrir a un artista ecléctico y auténtico como hace tiempo que no conocíamos.
El festival está organizado por la Obra Social de Caja Burgos bajo la dirección artística de Mario Benso.
Jueves 19 de noviembre. Teatro Zorrilla. 21 horas /10 €
La reubicación temporal del festival va unida a un formato que presenta las actuaciones en cuatro semanas sucesivas, de modo que todos los jueves, desde el 19 de noviembre al 10 de diciembre, habrá cita con la buena música en el Zorrilla, en un momento de la temporada de intensa actividad de giras y conciertos internacionales.
Pero lo más importante del Son del Mundo no varía: la idea original de mostrar un caleidoscopio de músicas protagonizado por artistas que están creando el presente y futuro desde el respeto a la tradición, y haciéndolo además con personalidad. La fadista portuguesa CARMINHO es un ejemplo claro de esta nueva generación de músicos que toma el relevo con decisión, y no es de extrañar que en Portugal sea considerada sin ninguna exageración como la gran esperanza del fado. MELISSA LAVEAUX podría ser también una personificación exacta de esa idea original: haitiana de nacimiento y canadiense de adopción, su integración de las raíces y los nuevos rumbos de la música popular reciente es ejemplo veraz de que toda tradición vive forzosamente en transición. En cuanto a TONI ZENET, revelación verdadera de nuestra escena española, tal vez lo mejor que pueda decirse es que su música es reacia a la descripción: hay que verla y vivirla para descubrir a un artista ecléctico y auténtico como hace tiempo que no conocíamos.
El festival está organizado por la Obra Social de Caja Burgos bajo la dirección artística de Mario Benso.
Jueves 19 de noviembre. Teatro Zorrilla. 21 horas /10 €
Zenet (España)
En lo musical, Tony Zenet tiene un enorme poder de evocación. El que trae consigo de la herencia del bolero, de la vena del tango, del embrujo flamenco, del vacilón, del swing y el jazz. Pero Zenet no es de estilos puros, de ortodoxia a carta cabal, sino que la mezcla, la alquimia, el cocinar ingredientes dispares funciona en su obra musical como un reloj de bolsillo, viejo pero preciso.
Zenet suena a vida normal, a pisito pequeño, a pila llena de cacharros por fregar, a amor cálido que trata de salvar a base de caricias todas las dificultades que nos plantea la vida con la sonrisa de los que saben que este paso por el mundo es un es/no es. Como él lo explica: “Hay un mensaje escondido en mi música: vida no hay más que una y hay que disfrutarla”.
El bagaje musical le viene a Tony de una infancia andaluza y una vida viajera y vivida: “Soy malagueño y he tenido el flamenco siempre muy cerquita. Mi madre cantaba como aficionada. Pero mis padres eran también muy modernos y en mi casa he escuchado mucho a Los Beatles, Sinatra, Chet Baker... Mis ficheros mentales de música tienden a buscar melodías de carácter anglosajón y esa mezcla con mi raíz es muy graciosa”.
Zenet es un showman, actor, bailarín, mimo, carne de escenario que disfruta haciendo piruetas con su sombrero, que baila los solos, que vacila con el público, que pide pista en escenarios grandes, aunque también disfruta en el tete a tete de los shows acústicos.
Este es su año. Su disco y la repercusión que ha conseguido lo dicen a voz en grito. Pero él no le da importancia. Fuma su cigarrito y bebe su cerveza con la gorra puesta y sonríe, sabiendo que el agua de Levante viene y se va sin avisar y que, como le ha pedido prestado a la gran Edith Piaf: “No, na de na, no, no reniego de na, ni del mar que sufrí, ni del bien... todo me da igual”.
Zenet suena a vida normal, a pisito pequeño, a pila llena de cacharros por fregar, a amor cálido que trata de salvar a base de caricias todas las dificultades que nos plantea la vida con la sonrisa de los que saben que este paso por el mundo es un es/no es. Como él lo explica: “Hay un mensaje escondido en mi música: vida no hay más que una y hay que disfrutarla”.
El bagaje musical le viene a Tony de una infancia andaluza y una vida viajera y vivida: “Soy malagueño y he tenido el flamenco siempre muy cerquita. Mi madre cantaba como aficionada. Pero mis padres eran también muy modernos y en mi casa he escuchado mucho a Los Beatles, Sinatra, Chet Baker... Mis ficheros mentales de música tienden a buscar melodías de carácter anglosajón y esa mezcla con mi raíz es muy graciosa”.
Zenet es un showman, actor, bailarín, mimo, carne de escenario que disfruta haciendo piruetas con su sombrero, que baila los solos, que vacila con el público, que pide pista en escenarios grandes, aunque también disfruta en el tete a tete de los shows acústicos.
Este es su año. Su disco y la repercusión que ha conseguido lo dicen a voz en grito. Pero él no le da importancia. Fuma su cigarrito y bebe su cerveza con la gorra puesta y sonríe, sabiendo que el agua de Levante viene y se va sin avisar y que, como le ha pedido prestado a la gran Edith Piaf: “No, na de na, no, no reniego de na, ni del mar que sufrí, ni del bien... todo me da igual”.
Jueves 26 de noviembre. Teatro Zorrilla. 21 horas /10 €
Awen Magic Land (España)
El nuevo proyecto de Carlos Soto, flautista y fundador de Celtas Cortos.
Awen Magic Land, la tierra mágica de la inspiración, es un viaje por los sentidos y la imaginación, un paseo por bosques brumosos y ciudades imposibles, en el que el flautista se convierte en un encantador de serpientes y Maria Desbordes en un hada misteriosa y danzante...
Simples mosquiteras se suspenden del techo, captando y filtrando la luz, creando delicados muros, casi imperceptibles, que, junto con las proyecciones, dejan imaginar distintas formas en estos velos ligeros y brumosos.
En su segundo disco y en su espectáculo “Open Land”, Carlos Soto y Maria Desbordes nos ofrecen su percepción de la música y su visión del mundo; una aldea global de la que surgen melodías eternas, universales, y en la que una lengua casi élfica nos llena de sugerencias y misterio. Una creación mágica, de inspiración étnica, que une las nuevas tecnologías con las músicas del mundo.
Awen Magic Land, la tierra mágica de la inspiración, es un viaje por los sentidos y la imaginación, un paseo por bosques brumosos y ciudades imposibles, en el que el flautista se convierte en un encantador de serpientes y Maria Desbordes en un hada misteriosa y danzante...
Simples mosquiteras se suspenden del techo, captando y filtrando la luz, creando delicados muros, casi imperceptibles, que, junto con las proyecciones, dejan imaginar distintas formas en estos velos ligeros y brumosos.
En su segundo disco y en su espectáculo “Open Land”, Carlos Soto y Maria Desbordes nos ofrecen su percepción de la música y su visión del mundo; una aldea global de la que surgen melodías eternas, universales, y en la que una lengua casi élfica nos llena de sugerencias y misterio. Una creación mágica, de inspiración étnica, que une las nuevas tecnologías con las músicas del mundo.
Carlos Soto: flauta travesera y saxo soprano
Maria Desbordes: voz y kalimba
Carlos M. Aires: guitarra y sitar
Dani Cano: programaciones
Eduardo Tarilonte: arpa y teclados
Jonathan Arribas: percusión
David Puyalto: proyecciones
Jesús Saludes: diseño sonoro
Maria Desbordes: voz y kalimba
Carlos M. Aires: guitarra y sitar
Dani Cano: programaciones
Eduardo Tarilonte: arpa y teclados
Jonathan Arribas: percusión
David Puyalto: proyecciones
Jesús Saludes: diseño sonoro
Carminho (Portugal)
Considerada por muchos como “la gran esperanza del Fado”, Carminho es hija de la también fadista Teresa Siqueira, de modo que esta música ha formado siempre parte de su día a día. Con tan sólo 12 años ya cantó ante el público en el Coliseo de Lisboa, convirtiéndose desde entonces en habitual de las veladas de la Taverna do Embucado, en Alfama. “Tuve allí grandes maestros: mi madre, por supuesto, Beatriz de Conceicao –de quien aprendí mucho–, Fernanda Maria, Alcindo Carvalho, Paquito, Fontes Rocha...
Memorias vivas de la verdadera esencia del fado.”
Después de un año viajando por el mundo como integrante de distintas acciones humanitarias, Carminho regresa al fado para cantar un par de veces en la Mesa de Frades. De ahí pasa a la Casa da Música, participa en la Festa do Fado –un espectáculo conmemorativo de los 40 años de carrera de Carlos do Carmo– y actúa también en la Expo de Zaragoza. En los últimos años, además de colaborar en varios discos, formó parte del grupo de artistas de la película Fado, de Carlos Saura, y ha recibido el premio Revelación femenina concedido por la Fundación Amalia Rodrigues. Recientemente se ha editado el primer disco a su nombre, Fado..
Memorias vivas de la verdadera esencia del fado.”
Después de un año viajando por el mundo como integrante de distintas acciones humanitarias, Carminho regresa al fado para cantar un par de veces en la Mesa de Frades. De ahí pasa a la Casa da Música, participa en la Festa do Fado –un espectáculo conmemorativo de los 40 años de carrera de Carlos do Carmo– y actúa también en la Expo de Zaragoza. En los últimos años, además de colaborar en varios discos, formó parte del grupo de artistas de la película Fado, de Carlos Saura, y ha recibido el premio Revelación femenina concedido por la Fundación Amalia Rodrigues. Recientemente se ha editado el primer disco a su nombre, Fado..
Jueves 10 de diciembre. Teatro Zorrilla. 21 horas /10 €
Melissa Laveaux (Haití)
Artista de formación autodidacta, Melissa Laveaux nació en Montreal en 1985, hija de inmigrantes haitianos. Creció en Ottawa, en un universo mayoritariamente anglófono, y tuvo que integrarse en este nuevo entorno, aunque no se olvidó de sus orígenes criollos y francófonos. En el cruce de estas múltiples identidades, Melissa se dio cuenta muy pronto del desfase que había entre ella y los demás:
su creatividad adolescente encontró refugio en la música, y se pasaba el tiempo preparando maquetas de canciones en la radio. Descubrió así el folk independiente canadiense, el trip hop británico, la música brasileña alternativa, las estrellas del hip hop y del nu-soul, las grandes voces de la tradición afro-americana y las estrellas lejanas de la World Music. Barajando todas estas influencias en una mezcla de ingenuidad y de instinto, trabajando a diario con su guitarra, Melissa pronto se inventa un estilo de acompañamiento personal, muy rítmico, escribe sus primeros textos y compone sus primeras canciones.
Pero la música no lo es todo. Como sus hermanos, desea estudiar, con el objetivo de trabajar en el ámbito social, sintiendo al mismo tiempo una inquietud de expresión artística. “El uno no va sin el otro. Necesito música para vivir y necesito vivir para inspirar mi música”, afirma. Así, se licencia en Ética y Sociedad en la universidad de Ottawa. A los 21 años autoproduce un álbum que difunde en Myspace. A principios del 2007 el sello No Format! se encuentra con ella en Montreal y la ficha rápidamente. Inmediatamente después graba su verdadero primer álbum, Camphor & Copper. Salvo un par de versiones, el repertorio de este disco está totalmente compuesto por obras originales, impresionantes por esa mezcla entre madurez y frescura. Los arreglos minimalistas realzan todavía más la energía y el impacto poético de sus letras. Su voz se despliega, majestuosa y frágil, profunda, sensual y deliciosamente juvenil, como trabajada por el trilingüismo que marca su vida: la fluidez rítmica de la lengua inglesa, la síncope indolente del criollo y la sofisticación del francés.
su creatividad adolescente encontró refugio en la música, y se pasaba el tiempo preparando maquetas de canciones en la radio. Descubrió así el folk independiente canadiense, el trip hop británico, la música brasileña alternativa, las estrellas del hip hop y del nu-soul, las grandes voces de la tradición afro-americana y las estrellas lejanas de la World Music. Barajando todas estas influencias en una mezcla de ingenuidad y de instinto, trabajando a diario con su guitarra, Melissa pronto se inventa un estilo de acompañamiento personal, muy rítmico, escribe sus primeros textos y compone sus primeras canciones.
Pero la música no lo es todo. Como sus hermanos, desea estudiar, con el objetivo de trabajar en el ámbito social, sintiendo al mismo tiempo una inquietud de expresión artística. “El uno no va sin el otro. Necesito música para vivir y necesito vivir para inspirar mi música”, afirma. Así, se licencia en Ética y Sociedad en la universidad de Ottawa. A los 21 años autoproduce un álbum que difunde en Myspace. A principios del 2007 el sello No Format! se encuentra con ella en Montreal y la ficha rápidamente. Inmediatamente después graba su verdadero primer álbum, Camphor & Copper. Salvo un par de versiones, el repertorio de este disco está totalmente compuesto por obras originales, impresionantes por esa mezcla entre madurez y frescura. Los arreglos minimalistas realzan todavía más la energía y el impacto poético de sus letras. Su voz se despliega, majestuosa y frágil, profunda, sensual y deliciosamente juvenil, como trabajada por el trilingüismo que marca su vida: la fluidez rítmica de la lengua inglesa, la síncope indolente del criollo y la sofisticación del francés.
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