Ha sido duro, muy duro. Más duro ha sido, es y será para ellos y ellas. Con la maleta a medio hacer, no hay mucho que traer y si mucho que llevar. Eso esperan bajo un sol que abrasa, bajo un cielo de chapa, bajo la tortura que desviven.
Dos meses, cuatro meses... a lo más un año y a otro lugar, quizás de vuelta al hogar desde otro sur diferente, otro sur que no es de sol y playa, de chiringuito, de olas que surcar.
En pocos metros han compartido sus enseres, sus espacios. Se han visto desnudos, heridos, borrachos... Han sentido y oído cómo otros se desfogaban mientras tú, en el catre del al lado, intentabas no pensar y conciliar un sueño que nunca llega.
Dos meses, cuatro meses... a lo más un año y a otro lugar, quizás de vuelta al hogar desde otro sur diferente, otro sur que no es de sol y playa, de chiringuito, de olas que surcar.
En pocos metros han compartido sus enseres, sus espacios. Se han visto desnudos, heridos, borrachos... Han sentido y oído cómo otros se desfogaban mientras tú, en el catre del al lado, intentabas no pensar y conciliar un sueño que nunca llega.
Unas fresas, unos arándanos, unas naranjas... es lo que traen para mi mientras veo las heridas de sus manos como un espejo en la fruta que voy a degustar.
Y, entre todos (cerca de 2000 entre rumanos, polacos, marroquíes...), mi amiga Bartola...siempre alerta, asustada, marcada por el palo y la piedra. No se deja acariciar pero te recibe como nadie y se despide como si no te fuese a volver a ver.
Y, entre todos (cerca de 2000 entre rumanos, polacos, marroquíes...), mi amiga Bartola...siempre alerta, asustada, marcada por el palo y la piedra. No se deja acariciar pero te recibe como nadie y se despide como si no te fuese a volver a ver.
Al final me ganó y se dejó ganar aunque mis caricias la supiesen a trampa. Esa mirada, de corazón te lo digo, no refleja lo que eres.
Y al marchar abandonan por el suelo sus zapatos como diciendo "maldita la tierra que hemos pisado".
Menos mal que nos queda la música. Menos mal que siempre la llevan consigo.
Y al marchar abandonan por el suelo sus zapatos como diciendo "maldita la tierra que hemos pisado".
Menos mal que nos queda la música. Menos mal que siempre la llevan consigo.
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